Reflexiones: Formas diferentes de ver la realidad

El otro día leí un artículo del períodico Expansión (16-03-2006) que decía: «Estas cifras se traducen en una pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores (1,2%), aunque para el conjunto de la economía española no suponen una mala noticia. … constatan que España ha conseguido evitar que se produzcan los efectos de segunda ronda -traslado del encarecimiento del crudo a otros precios o a los salarios-, lo que acarrearía mayores peligros inflacionistas en la economía española.» (www.gesdocument.com – sección prensa)

Yo, supongo que por no saber de economía ni de macroeconomía, me hago las siguientes reflexiones:

• Si los salarios, según un estudio que salió hace poco (creo que del INE), son como los del año 1997.
• Si los precios, en los 3 años que llevamos de Euro, se han incrementado un 66,386% (lo que antes costaba 100 Ptas. ahora cuesta 166,386 Ptas. -es decir 1€-. Lo cual, según mi lógica, quiere decir que hemos perdido más de un 66% de capacidad de compra en estos años. El ahorro, en estos momentos, ni lo cuento).

Tal y como yo lo veo, eso es lo que lleva a una recesión o a, lo que para mí es lo mismo, un reajuste de precios a un nivel asumible por los salarios:

• Cuanto más suban los precios y menos los salarios, menor capacidad de compra tendremos.
• Cuanto menos compremos, más tendrán que reajustar las empresas, tanto en precios como en gastos.

Teniendo en cuenta que los salarios se toman como gasto:

• Cuanto más me recorten, menos gasto o ¿debería decir: gasto menos?  … Y ahí tengo todos los productos de China y demás países del sudeste asiático, llamándome a la puerta.

¿Qué pasaría si las empresas incrementaran el porcentaje destinado a los salarios, por encima del porcentaje destinado a los beneficios? (por lo menos, es la sensación que dan muchas de ellas) ¿Qué pasaría si las empresas subieran los salarios por encima de la inflación?

Tampoco lo sé, pero lo que sí sé es, que cuando con mi salario pago mis facturas (casa, teléfono…) y ahorro, llega un momento en el que me permito caprichos -para mí y para los míos-. Me animo a comprar, sin sentirlo como un desfalco a mi economía, sino como una celebración. Al fin y al cabo, eso es lo que posibilita las transacciones económicas y lo que las hace gana-gana para las dos partes ¿no?

K :-)