100%, la igualdad ha de ser para todas… y todos

La semana pasada El Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales impugnó un contrato del Ministerio de igualdad porque discriminaba a los varones y vulneraba el artículo 14 de la Constitución.

En ese momento, yo defendí que un servicio dirigido a la violencia de género, fuera cubierto por mujeres. Reflexionando sobre ello, Puig Soler tiene razón. Creo que han hecho bien en impugnar el contrato.

Hace muchos años colaboré con la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres. Una ONG fundada por grandes profesionales, preparadas y comprometidas, quienes a lo largo de los años han hecho una labor extraordinaria. Si no fue la primera, una de las primeras ONGs dedicadas a este tema. Puso en marcha el primer servicio 900 de atención y apoyo a mujeres maltratadas.

Mis colaboraciones fueron a la hora de difundirlo en conferencias y talleres.

Mi discrepancia con ellas vino de la mano de mi «feminismo heterodoxo»; debido a mi iniciación a la importancia de la autoestima, la asertividad y la empatía, y por haber haber conocido un caso de violencia hembrista, tenía una visión diferente hacia el tipo de penas que pedían para los maltratadores. Defendía que el maltratador era un «enfermo mental», por lo que la condena debería tener esto en cuenta, obligar a pasar por un tratamiento psicológico y no salir de la cárcel hasta que hubiera desarrollado a un nivel mínimo su inteligencia emocional, mientras que para las feministas «ortodoxas» el maltratador era y es un delincuente.

Precisamente en uno de esos talleres dirigidos a mujeres de población rural, conocí el caso de maltrato hembrista que comentaba. Fue una situación muy extraña. Una de las mujeres, en un momento dado, me confesó que acababa de comprender que ella era una maltratadora, a los dos niveles psicológico y físico (había roto un par de escobas contra el cuerpo de su marido, una en el hombro y otra en la cabeza).

A nivel de maltrato físico, es el único que conozco de primera mano, no así a nivel psicológico. Conozco varios y, para más inri, el otro día viví una experiencia de maltrato hembrista (humillaciones, reproches, chantajes emocionales… y esto en público) que me hizo ser consciente de lo que había dicho, rectificar y aplaudir la decisión del tribunal supremo.

Es tan habitual que la violencia de género sea machista, que nos olvidamos de la hembrista, yo la primera aún conociendo casos.

Por ello mi reivindicación actual: La violencia de género, si es de género ha de incluir la machista y la hembrista, aunque sea minoritaria. El objetivo del Ministerio de Igualdad ha de ser violencia de género 0, sea del género que sea, si queremos una sociedad sana y por lo mismo, debería dejar de asimilar violencia de género a violencia de género machista.

La violencia de genero hembrista ES una realidad, casi invisible por ser minoritaria y porque es una violencia psicológica que en muy pocos casos llega a lo físico, sobre todo si se compara con la violencia machista; sin embargo es igual de tóxica a nivel de inteligencia emocional, por el daño que inflige a la autoestima, a la asertividad y a la empatía.

Son herencias de patriarcados y matriarcados nocivos.

Como conclusión, creo que el objetivo del Ministerio de Igualdad es que seamos «iguales», como bien dice Puig Soler, todas y todos.

Por todo ello, pediría a Irene Montero, como Ministra de Igualdad, que:

  • en su próximo pliego tenga en cuenta a todos los géneros que necesitan ayuda (sobre todo el masculino que en este aspecto hasta ahora ha sido ignorado y discriminado)
  • pida condenas que impliquen el desarrollo emocional equilibrado de maltratadores y maltratadoras.

A mayor desarrollo de nuestra inteligencia emocional, más probabilidades tendremos de superar esa lacra social y, para ello, hemos de comenzar por las competencias base o raíz: autoestima, asertividad y empatía.

Gracias por leer hasta aquí y, si estás de acuerdo, ayúdame a difundirlo para que le llegue a Montero, Ministra de Igualdad.


Fuente imagen: Cultura colectiva (del feminismo al hembrismo)

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